Belia y Constantine

Cuando era pequeña, había tenido una madre. Hacia siglos  y siglos atrás, Belia había sido una niña que buscaba amor pero su madre no se lo había dado. Su madre era una Rhamel avariciosa que deseaba el poder de los muertos, que quebraba las leyes de la vida y así el mandato de su diosa, su madre la había creado  a ella solo como un recipiente que podría usar cuando quisiera. Por eso Belia la había matado, siendo esclava de su propio acto. Recogería almas por toda la eternidad sin derecho a enamorarse ni a sentir el calor de la vida ni una sola vez. Sin embargo eso había cambiado al conocer a Van, él le había enseñado que podía amar y más aun... que deseaba una familia y darles todo lo que a ella le había negado, lo que nunca había conocido.

De eso también habían pasado ya cientos de siglos.

-¿Que haces?-Dijo mientras levantaba una ceja y miraba a su... pareja-esposo-amante-cazador-cursi.Habían ido de compras por petición de él. Más bien de ella, porque Belia simplemente había bajado con un hermoso sombrero grande, un vestido morado largo, unas sandalias bajas, lentes y una bolsa para salir por la puerta, mirándolo de reojo, esperando a que la siguiera con un "Te llevaré de compras Cazador, es hora de que sepas como vestir" Y entonces, allí estaban, ella caminando entre la gente que empezaba a fastidiarla porque... era hermosa incluso embarazada, la hacia ver más femenina y más fértil a lo cual, ella no tenía ningun problema, porque Violette era lo más hermoso que le había pasado... miró a Constantin y sin darse cuenta su mirada se suavizó, tal vez lo más hermoso que le había pasado no era Violette despues de todo.


[img][/img]

Se había acercado a ella para tomarla de la mano mientras caminaban por las calles de la ciudad, entre mil y un tiendas de lujo, claro, lo sabía, su mujer-esposa-novia-amante-bruja y demás sólo vestía lo mejor de lo mejor, nada de cosas baratas ni de segunda, pero la amaba porque era así, tan especial, tan única, tan sensual... Una diva en todo el sentido de la palabra.

-Tomar tu mano ¿No puedo?- Cuestiono cariñoso,acercandose más a ella, mientras que con su mano libre acariciaba un poco su hermosa barriguita.- Hoy te vez aun más hermosa y me molesta que lo sabes y sales a propósito.- Y sonrió inclinándose para darle un beso en la mejilla.

Él no era exactamente un divo, nada de eso, su vestimenta era anticuada, según su bruja. Pantalones, camisa, botas, un saco largo y su gorro baquero. Ropa simple y sin mucho en especial. Era un cazador, no necesitaba vestir a la moda para matar demonios o de más criaturas indeseables.

-Dime ¿Qué aremos exactamente.- Curiosidad al máximo.

-...-Rodó los ojos mientras él le daba ese beso en la mejilla, sus mejillas estaban algo calientes, esperaba que esa sensación de vergüenza se fuese una vez se acostumbrara más y más a la compañía del Moncrieft, pero para su desgracia eso estaba muy lejos de suceder.-Ya te lo he dicho cazador.-Le dijo mientras le quitaba ese horrible sombrero y lo peinaba hacia atrás.-Si vas a salir conmigo, no pueden verte de esa manera.-Contestó aunque nada de eso era tan cierto... bien, tal vez algunas cosas, porque sabía que muchas mujeres deseaban a su pareja y eso le gustaba, le encendía la lasciva como nunca. Sin embargo, su principal objetivo era buscar ropa para su bebé, su hermosa niña aunque claro estaba, era demaciado "dura" para admitir que era ese el motivo por el cual, habían salido a la ciudad. -Deja de mirarme Constantine.-Continuó caminando, porque aunque parecía que el tomarlo de la mano no le gustaba, ella jamás lo soltaba... jamás.

No veía a mal las reacciones de su preciosa albina. Estaba encantado porque ella le seguía tomando de la mano y en ningún segundo se aparto de él. Esa era la forma en la que le expresaba todo cuanto sentía por él. Si, como amaba a esa mujer. La miro con cierta confusión, hasta que ella le quitaba el sombrero y dejaba su cabello un poco alborotado a la vista de todos aquellos que no le miraban a él (o eso creía), más bien la miraban a ella.
-¿Tan mal me veo? Creía que con esto pasaba desapercibido ¿Sabes? No acostumbro llamar mucho la atención.- Mentira, era un hombre apuesto y aun con ese parche, seguía teniendo algo especial para cualquier chica andando por ahí.

Espero que ella le dijera algo, pero sólo miraba adelante, contoneándose cerca de él, tan presumida, tan sensual tan... no podía quitarle los ojos de encima. Quería besarla.

-¿Por qué? Adoro mirarte Belia.- Si, encantador y coqueto, cursi y quizá un poco anticuado.- Entonces, creo que lo mejor es que compremos algo para Violette. Nuestra pequeña se vera encantadora con un sombrero parecido al mío.- Ya sabía que la bruja iba a negarse pues aun no le devolvía el suyo.

-Es inevitable adorarme, pero se más discreto, ¿quieres acaso que todos sepan que soy una bruja?-Sonrió de lado.-¿Eso es lo que quieres?-Le preguntó sobre comprar ropa para su pequeña bebé.-Frunció su ceño e hizo una expresión de asco.-No tendrá tan mal gusto.-Entrecerró los ojos.-Un sombrero no es una opción, recuerdame que la única que tendra derecho a su guardarropa seré yo, cazador.

-Dudo que alguien lo piense de esa forma.. al menos no ellos.-Refiriéndose a todos los humanos que caminaban a su alrededor, porque ellos les miraban como si se trata de cualquier pareja, aunque tenía que admitir que su mujer era demasiado hermosa para ser siquiera considerada una humana.- Soy discreto, sólo tengo un ojo y te tengo en el lado indicado, Belia.- Dicho eso, dejo de mirarla con tanta fijación, sólo para darle un poco de gusto. Suspiro y negó con la cabeza.- No estoy de acuerdo, también quiero escoger algo para mi nena.- Si, elegiría lo mejor o lo intentaría, con ayuda de la chica o chico de la tienda. Belia escogería sin dudarlo él necesitaba algo de asesoría.

Suspiró y no dejo de caminar, no lo hacia rápido porque era una bruja muy embarazada y se cansaba con rapides.-Tendras que convencerme cazador, no quiero que nuestra hija sea igual de cursi que tu.-Comentó entrando a una tienda, abriendo las puertas de par en par a la vez que algunas personas los miraba, a Belia, a su pansa abultada y al hombre del parche.

Constantine estaba cuidando a su mujer, sabía que el paso que debían tener debía ser suave, por ella, por su pequeña y porque de esa manera podía disfrutar más de la cercanía con su preciosa bruja.- ... Bueno, eso no lo sabremos hasta que crezca y sea tan hermosa como su madre.-Si, sabía que así sería. Entro con ella, junto a ella a la tienda. Tomo su sombrero en una oportunidad y lo puso de nuevo en la cabeza, porque... no acostumbraba a salir sin él.

Belia sonrió un poco, si, su hija era hermosa, una digna Rhamel y aunque le costaba admitirlo, también era una digna Moncrieft, por cierto ¿donde estaría en ese momento? bien, que su hija viajara del futuro le había impresionado,aun tenía incognitas pero no las cuestionaria por el momento.

-Buenas tardes, ¿podemos ayudarlos en algo?-Preguntó una mujer muy sonriente, feliz y carismatica, era despues de todo una tienda de maternidad.-¿Son padres primerizos?

Al entrar, aquel recibimiento le hizo sentir confundido. Esa pregunta lo golpeo con fuerza. Padre primerizo. Un par de imágenes sin mucho sentido vinieron a su cabeza. Soltó la mano de su preciosa bruja y la llevo a su cabeza. Le dolió la cabeza por unos instantes.
-Lo siento. Belia, por favor, sigue adelante.- Si, no iba a detenerla por la extraña escena o bueno, cachos de escenas que le vinieron a la cabeza. la zona del parche le escocía... Y sólo quería recuperarse de ese pequeño desliz.

Belia miró como la mano de él la soltaba o por lo menos, intento hacerla, porque Belia no lo soltó ni un instante.

-¿Te parece que necesitamos ayuda?-Dijo la bruja mirando a la jovén que en ese momento negó y se disculpó, alejandose al momento.-No te disculpes, cazador.-Le miró de reojo y se quedó allí, mirando a su alrededor.-Creo que depronto tengo hambre.-Le comentó.-Necesito sentarme.-Caminó con él tomandole la mano para sentarse en un pequeño banco y con ello, sentarlo a él también. La peliblanca miraba al frente, estaba atenta, como si buscara entre la ropa de bebé pero no, ella esperaba a que el dolor de Constantin disminuyera.

Ya iba junto a ella sin decir ninguna palabra. No era nada grave, era sólo un dolor por recuerdos que resurgían en su cabeza. Un pasado que no recordaba, uno que era sólo eso, pasado, porque lo había perdido todo justo cuando había jalado el gatillo de su gran escopeta y había terminado con su vida.

-Belia....-No dijo más. Sonrió un poco y se inclino hasta apoyar su cabeza en el hombro de la bruja que le cuidaba. Belia no le había soltado la mano. Vaya, su mujer era impresionante.- Te comprare lo que quieres, cariño.- Si, lo que ella quisiera.

Belia lo miró de reojo, dejando que descansara lo que él quisiera, lo dejaría solo a él, porque él la adoraba y porque él era de ella.-Tiene que ser algo sano, Violette no comerá cosas desagradables.-Le dijo y con ello venía un "nada de hamburguesas, nada de papas fritas ni pastas llenas de grasa"

-Lo sé, Belia, lo se- dijo muy seguro de ello, pues él no acostumbraba comer comida chatarra, aunque de vez en vez lo disfrutaba, quizá dependia de su estado de humor. Como cualquiera otro ser humano o semi-humano o saber que era él.- ¿Ya tienes en mente que le compraremos a nuestra hija?- Cuestionó curioso, sintiéndose mucho mejor.

Ella lo miró entonces y negó.-No aun.-Porque esperaba que él se sintiera mejor, porque la comida también era una excusa para que él descansara y de paso, comiera de igual manera, era su forma de preocuparse por él...- Aunque creo que un bebé necesitará una cuna y...-miró a su alrededor.-mucho de lo que hay por aquí.

Asintió con la cabeza. Bien, su mujer quería que compraran una cuna, seguro querría juguetes y un sin fin de prendas para su pequeña zapatos, comida, toda una reserva y él por satisfacer los deseos de su mujer y por verla sonreír le compraría hasta el más ridículo de sus pedidos.- Muy bien, entonces debemos apresurarnos ¿Verdad? - Y le tomo la mano, ya estaba bien.

Lo miró.-Por supuesto.-Dijo levantandose con calma, colocando una mano en su vientre abultado y apoyandose con la otra de Constantine.-Creo que lo primero es buscar los muebles del cuarto de Violette.-Ladeo su cabeza y se llevó una mano a la espalda, dolía un poco pero estaba bien, por primera vez en mucho tiempo, el dolor, ese dolor era agradable, porque se lo hacia su hermosa bebé.

Constantine se levanto para ayudarla. Si, sabia que no era fácil y no recordaba porque lo tenía tan presente. Se puso detrás de ella y puso su mano sobre la de ella, inclinándose para darle un beso en la mejilla.- Te amo Belia. Gracias.- si, ella le cuidaba a su manera y por eso adoraba a esa bruja que a simple vista era fría.

-Entonces, los muebles ¿Algún color en especial?

Sus ojos se abrieron ligeramente, solo pocos se darían cuenta de ese cambio. Se aclaró la garganta, ella era aun un poco... fria para esas cosas, más bien porque no se acostumbraba.

-Blancos...-Susurró mirando el color por las paredes del establecimiento.-Como ella... no habrá nada que la manche Constantin.-Miró a la nada, ella protegería a su hija con su vida.-La cuidaremos... con nuestra vida.

Se acerco más a ella, abrazandole por detrás, sin verse perverso, sólo apoyaba a su mujer e intentaba no ser tan ensimoso, pero esas pequeñas reacciones le emocionaban de una manera inmesa. Ella se acostumbraría a él, se encargaría de que fuera así. Serían una familia, eran una pareja que en cualquier momento podrían formalizar ¿A ella le gustaría ser llamada "Moncrieff"? <<Belia deMoncrieff>> Rió para sus adentros. Vería el momento para hablar con ella sobre eso.

-Te lo prometo Belia. Yo daré mi vida por ti y por ella. Las protegeré de todo cuanto intente hacerles un daño.- Y hablo enserio, porque el cazador iba a dar hasta su ultimo aliento por sus dos encantadoras y amadas mujeres.

Le miró.-Más te vale hacerlo.-Le acaricio un poco la barbilla y le beso con algo de fuerza para soltarlo y empezar a caminar, ¿que compraría primero? ropa,... tenía que comprar mucha ropa para su pequeña bebé y también toallitas, mantas, una cuna, zapatitos, guantesitos, biberones, peluches, ¿le gustarían los peluches a su hermosa nena?-Ese de allí.-Miró un enorme oso, del tamaño de constantin practicamente.

Miro el enorme peluche que ella quería. Arqueó la única ceja que estaba a la vista y sonrió un poco. Asintió con la cabeza.- Muy bien, seguro le encantara a nuestra pequeña.- Dijo y se acerco a una joven chica que trabajaba en el lugar. Le pidió el peluche y ella, con una sonrisa asintió y ofreció algunos otros artículos de la marca del gran oso.

-Violette no ha regresado a casa.-Le dijo mirando de reojo a Constantine. Su hija estaba viviendo sola, pero había algo, desde la última vez algo había pasado. Primero estaba herida y despues estaba tan.... tan feliz.-¿Has hablado con ella?-Preguntó, tomando un pequeño mameluco azul

Constantine asintió a lo que la joven decía, claro, seguro que pretendía venderle todo el kit. Escucho a su mujer y volteó a verle.- Ella seguro que esta bien, Belia. No es un a niña ¿Por qué lo dices?- Cuestiono, Constantine sabía algunas cosas, otras las sospechaba pero confiaba plenamente en su preciosa princesa.- No mucho, nuestra hija parece tan ocupada como su padre.- Si, claro. Se dirigió a la chica y asintió.- ¿Qué te parece?- Pregunto ahora a Belia pues se trataba de muchas ropita, biberones, baberos, juguetes y de más

Los miró, levantando una ceja.-Son lindos-Dijo mirando cada uno, parecían de buena calidad, lso desinfectaría de todas maneras pero...-¿que te parecen a ti?-Preguntó mirandolo de reojo, aunque no pareciera y aunque ella se aferrara a negarlo, le importaba mucho lo que Constantin decia.-Creo que debería volver a casa, no me gusta que este sola tanto tiempo.