Cons y Belia - Psiquiatrico
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Cons y Belia - Psiquiatrico
La habitación estaba un poco helada. Si, la temporada no era muy favorable para todos los internos, pero no podían hacer más por ellos. La situación no era muy buena, sólo esperaban la respuesta del gobierno y con ella los calefactores suficientes para cada habitación.
El joven terminaba de arropar al más antiguo de los internos. Lo miraba con cierta angustia, tristeza y lastima. Sí, porque lo había conocido antes de que estuviera ahí, en ese lugar tan siniestro, tan terrible.
-Descanse, Sr. Moncrieff- Susurro y apenas logro acariciarle un poco de aquel tupido e interesante cabello azulado. No, no era como que sintiera algo por él, era parte de su familia. Apretó los labios con fuerza. Era su hermano mayor. Suspiro y dio media vuelta, tomo la tableta con el informe clínico y salió para buscar al doctor encargado de su hermano.
Al salir de aquella habitación no pudo evitar sollozar y dejarse caer de rodillas. Le dolía, era terrible no poder hacer nada por su hermano, era horrible tener que estar junto a él, intentar regresarlo a la realidad cuando había decidido perderse en un mundo al que no, no le permitía entrar de ninguna manera.
-Mierda... mierda… ¡Mierda!- Maldijo sin poder contenerse y justo en ese momento una bonita joven se acercaba a él.
-¡Lucían!- Ella fue hasta él y con ayuda de otros compañeros lo llevaron lejos de aquel pasillo. Lucían ya no podía hacerse cargo de su hermano… ya no más.
-(-)-
Aun lo recordaba. Todo había pasado hacía 5 años atrás ¿O más? No estaba muy seguro.
Esa mañana todo era tan normal como todos los días. Su mujer preparaba el desayuno, mientras que él y su pequeña jugaban en la sala. Si, ellas irían juntas a la escuela mientras que él a la oficina. Desayunaron, las beso a ambas, a su pequeña en la cabeza y a su esposa… bueno, fue un beso mucho más especial.
-Nos veremos en la tarde, mi amor.
-Puedo llevarlas, en serio, no pasara nada si llego un poco tarde.
-No Constantin, estaremos bien, sólo tenemos que cruzar la calle y el camión nos recogerá.
-Bien, tengan cuidado, por favor.
La pequeña le decía adiós con la mano, ambas cruzaban la calle y todo paso en cuestión de segundos. El camión que las llevaría a la escuela, termino por arrollarlas sin piedad alguna.
El impacto lo derroto y sus ojos terminaron por cerrarse cuando apenas logro llegar justo a ellas. Sus ojos se cerraron y cuando los abrió, ya habían pasado dos años.
No recordaba nada, o al menos muy poco. La noticia lo había destrozado. Escucharlo de nuevo lo hizo perderse en una crisis terrible y una vez más sus ojos se habían cerrados.
Cuando los abrió, ya habían pasado otros tres años. No lo recordaba todo. Recordaba que había ingresado a un psiquiátrico después de un intento de suicidio. La pistola fallo, el cañón se había atascado y Lucían fue quien lo vio todo.
Intento ocultarlo, tratarlo por su cuenta pero no logro nada, cuando por segunda vez intento terminar con su vida. La cuerda se había desatado y sólo había logrado hacerse un morete en una de sus piernas.
Un año después de la muerte de su familia y dos intentos de suicidio, Lucían decidió ingresarlo al psiquiátrico en el que trabajaba.
-Yo me haré cargo de él.
-Sabes que no es correcto, Lucían.
Y por mucha razón que el doctor tuviera, decidió hacerlo a su manera. Pasaron 4 años y durante esos 4 años, Constantin buscaba la manera de desaparecer del mundo. Sabanas, jabón, medicamento, golpearse contra la pared y nada. Lucían siempre llegaba a tiempo. Le suplicaba, le pedía que se esforzara un poco, que continuara adelante, que eso será lo que su familia hubiera deseado, pero sólo empeoraba, porque sólo mencionar a su esposa e hija lo destrozaban por completo.
Habían pasado apenas tres días cuando Constantin lo intento de nuevo. Había logrado robar una cuchara del comedor, porque no, no dejaban cuchillos tan a la ligera ni mucho menos un tenedor. Las cucharas, aunque eran peligrosas, eran necesarias para comer. ¿Cómo lo hizo? No importaba. Cuando su hermano entro a la habitación, Constantin ya no tenía un ojo en su rostro… no, ya estaba en alguna parte de la habitación.
Después de atenderlo y regresarlo a su habitación, Cons tomo la muñeca de su hermano y lo miro con su único ojo.
-Sólo déjame morir… no quiero estar más aquí… quiero a mi hija, quiero a mi esposa ¡Las quiero!- y una crisis más lo ataco y con sólo un sedante lograron llevarlo a un sueño profundo.
-(-)-
-Es suficiente, Lucían, tu presencia aquí no está ayudando a tu hermano.- El médico especialista estaba furioso con él chico, porque por muy importante que fuera en el hospital, lo culpaba sólo a él de que el paciente lograra un mejoramiento después de 4 años internado.- No se ha ido de aquí sólo por ti, pero sólo tú le perjudicas más.
-Señor, pero… yo… es… ¡Me estoy esforzando!
-¡No lo suficiente, Moncrieff! Debiste escucharme hace 4 años y por no hacerlo, tu hermano ahora no tiene un ojo!
Un comentario muy duro para el chico. Se encogió de hombros y bajo la mirada sintiéndose impotente. Apretó los labios y justo en ese momento, el doctor, dejo frente al joven medico un folder manila, a lo que Lucían levanto al mirada y lo tomo.
-No dejaste que nadie más se acercara a él y no permitiste que la psicóloga te viera a solas. Es momento de un cambio. Dentro de esa carpeta encontraras a la mujer que, de ahora en adelante, se encargara de tu hermano, porque tú tendrás prohibido acercarte a él, no hasta que ella de el consentimiento de ello.
Y Lucían no tenía más que decir. No podía negarse porque las consecuencias serían terribles para su hermano y por ende, para él.
-¿Cuándo llegara ella?
-Hoy mismo, así que prepáralo todo, tu hermano no estará más tiempo aislado, es momento de integrarlo junto a los demás internos.
Y Lucían actuó. Se encargaría de las pertenencias de su hermano y… “ella” de llevarlo a su nueva habitación, junto a un alocado compañero.
Ultima respuesta de Belia:
Era una mujer poderosa, firme en su mirar y sobretodo desidida.-Nada, Dr. Ruvalccaba.-Sonrió y se levantó, había terminado de leer el expediente mientras él le contaba toda la trágica experiencia Moncrieft.-Es una pena, un dolor así es insoportable. ¿Podría llevarme a ver al paciente?-Pidió segura, quería conocerlo un poco, saber bien a que se enfrentaba, claro, la psiquiatría era un campo de batalla minado y muy peligroso.
Respuesta de Cons
Se puso de pie y asintió con la cabeza.- Por supuesto, por favor sigame.- Le pidió mientras iba hasta la puerta para abrirla e invitarla a salir, primero las damas, todo un caballero el hombre de edad avanzada y valores bien marcados.- Probablemente se encuentre sedado. No hace más de un par de horas intento hacerse daño. Perdió uno de sus ojos.- Le explico, aunque esperaba que el sedante dejara se surgir efecto en él. Si, por fin la guiaba a la habitación 490.
El joven terminaba de arropar al más antiguo de los internos. Lo miraba con cierta angustia, tristeza y lastima. Sí, porque lo había conocido antes de que estuviera ahí, en ese lugar tan siniestro, tan terrible.
-Descanse, Sr. Moncrieff- Susurro y apenas logro acariciarle un poco de aquel tupido e interesante cabello azulado. No, no era como que sintiera algo por él, era parte de su familia. Apretó los labios con fuerza. Era su hermano mayor. Suspiro y dio media vuelta, tomo la tableta con el informe clínico y salió para buscar al doctor encargado de su hermano.
Al salir de aquella habitación no pudo evitar sollozar y dejarse caer de rodillas. Le dolía, era terrible no poder hacer nada por su hermano, era horrible tener que estar junto a él, intentar regresarlo a la realidad cuando había decidido perderse en un mundo al que no, no le permitía entrar de ninguna manera.
-Mierda... mierda… ¡Mierda!- Maldijo sin poder contenerse y justo en ese momento una bonita joven se acercaba a él.
-¡Lucían!- Ella fue hasta él y con ayuda de otros compañeros lo llevaron lejos de aquel pasillo. Lucían ya no podía hacerse cargo de su hermano… ya no más.
-(-)-
Aun lo recordaba. Todo había pasado hacía 5 años atrás ¿O más? No estaba muy seguro.
Esa mañana todo era tan normal como todos los días. Su mujer preparaba el desayuno, mientras que él y su pequeña jugaban en la sala. Si, ellas irían juntas a la escuela mientras que él a la oficina. Desayunaron, las beso a ambas, a su pequeña en la cabeza y a su esposa… bueno, fue un beso mucho más especial.
-Nos veremos en la tarde, mi amor.
-Puedo llevarlas, en serio, no pasara nada si llego un poco tarde.
-No Constantin, estaremos bien, sólo tenemos que cruzar la calle y el camión nos recogerá.
-Bien, tengan cuidado, por favor.
La pequeña le decía adiós con la mano, ambas cruzaban la calle y todo paso en cuestión de segundos. El camión que las llevaría a la escuela, termino por arrollarlas sin piedad alguna.
El impacto lo derroto y sus ojos terminaron por cerrarse cuando apenas logro llegar justo a ellas. Sus ojos se cerraron y cuando los abrió, ya habían pasado dos años.
No recordaba nada, o al menos muy poco. La noticia lo había destrozado. Escucharlo de nuevo lo hizo perderse en una crisis terrible y una vez más sus ojos se habían cerrados.
Cuando los abrió, ya habían pasado otros tres años. No lo recordaba todo. Recordaba que había ingresado a un psiquiátrico después de un intento de suicidio. La pistola fallo, el cañón se había atascado y Lucían fue quien lo vio todo.
Intento ocultarlo, tratarlo por su cuenta pero no logro nada, cuando por segunda vez intento terminar con su vida. La cuerda se había desatado y sólo había logrado hacerse un morete en una de sus piernas.
Un año después de la muerte de su familia y dos intentos de suicidio, Lucían decidió ingresarlo al psiquiátrico en el que trabajaba.
-Yo me haré cargo de él.
-Sabes que no es correcto, Lucían.
Y por mucha razón que el doctor tuviera, decidió hacerlo a su manera. Pasaron 4 años y durante esos 4 años, Constantin buscaba la manera de desaparecer del mundo. Sabanas, jabón, medicamento, golpearse contra la pared y nada. Lucían siempre llegaba a tiempo. Le suplicaba, le pedía que se esforzara un poco, que continuara adelante, que eso será lo que su familia hubiera deseado, pero sólo empeoraba, porque sólo mencionar a su esposa e hija lo destrozaban por completo.
Habían pasado apenas tres días cuando Constantin lo intento de nuevo. Había logrado robar una cuchara del comedor, porque no, no dejaban cuchillos tan a la ligera ni mucho menos un tenedor. Las cucharas, aunque eran peligrosas, eran necesarias para comer. ¿Cómo lo hizo? No importaba. Cuando su hermano entro a la habitación, Constantin ya no tenía un ojo en su rostro… no, ya estaba en alguna parte de la habitación.
Después de atenderlo y regresarlo a su habitación, Cons tomo la muñeca de su hermano y lo miro con su único ojo.
-Sólo déjame morir… no quiero estar más aquí… quiero a mi hija, quiero a mi esposa ¡Las quiero!- y una crisis más lo ataco y con sólo un sedante lograron llevarlo a un sueño profundo.
-(-)-
-Es suficiente, Lucían, tu presencia aquí no está ayudando a tu hermano.- El médico especialista estaba furioso con él chico, porque por muy importante que fuera en el hospital, lo culpaba sólo a él de que el paciente lograra un mejoramiento después de 4 años internado.- No se ha ido de aquí sólo por ti, pero sólo tú le perjudicas más.
-Señor, pero… yo… es… ¡Me estoy esforzando!
-¡No lo suficiente, Moncrieff! Debiste escucharme hace 4 años y por no hacerlo, tu hermano ahora no tiene un ojo!
Un comentario muy duro para el chico. Se encogió de hombros y bajo la mirada sintiéndose impotente. Apretó los labios y justo en ese momento, el doctor, dejo frente al joven medico un folder manila, a lo que Lucían levanto al mirada y lo tomo.
-No dejaste que nadie más se acercara a él y no permitiste que la psicóloga te viera a solas. Es momento de un cambio. Dentro de esa carpeta encontraras a la mujer que, de ahora en adelante, se encargara de tu hermano, porque tú tendrás prohibido acercarte a él, no hasta que ella de el consentimiento de ello.
Y Lucían no tenía más que decir. No podía negarse porque las consecuencias serían terribles para su hermano y por ende, para él.
-¿Cuándo llegara ella?
-Hoy mismo, así que prepáralo todo, tu hermano no estará más tiempo aislado, es momento de integrarlo junto a los demás internos.
Y Lucían actuó. Se encargaría de las pertenencias de su hermano y… “ella” de llevarlo a su nueva habitación, junto a un alocado compañero.
Ultima respuesta de Belia:
Era una mujer poderosa, firme en su mirar y sobretodo desidida.-Nada, Dr. Ruvalccaba.-Sonrió y se levantó, había terminado de leer el expediente mientras él le contaba toda la trágica experiencia Moncrieft.-Es una pena, un dolor así es insoportable. ¿Podría llevarme a ver al paciente?-Pidió segura, quería conocerlo un poco, saber bien a que se enfrentaba, claro, la psiquiatría era un campo de batalla minado y muy peligroso.
Respuesta de Cons
Se puso de pie y asintió con la cabeza.- Por supuesto, por favor sigame.- Le pidió mientras iba hasta la puerta para abrirla e invitarla a salir, primero las damas, todo un caballero el hombre de edad avanzada y valores bien marcados.- Probablemente se encuentre sedado. No hace más de un par de horas intento hacerse daño. Perdió uno de sus ojos.- Le explico, aunque esperaba que el sedante dejara se surgir efecto en él. Si, por fin la guiaba a la habitación 490.
MisakiCys- Mensajes : 1824
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Localización : In my House(?)
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