Cys y Freya - 00001(?)

La noche había llegado como cada día y como era costumbre en casa de los Jaeger, debían estar todos a la mesa, sin excepción. Así lo había decidido Wilhelm Jaeger y todo fue bien hasta que su muerte llego. Eran 8 los miembros que siempre iban a la mesa, ahora sólo eran 6.

Anke la tercera de los quintillizos acomodaba la mesa mientras que el resto de los varones comenzaban acercarse y tomar su lugar. Lea, la madre terminaba de preparar unos delicioso filetes. Un hogar que brindaba calidez a todos los miembros, sin embargo, había uno que parecía resistirse a ello.

—Anke, ve por Cys a su habitación, ya casi todo está listo.
La hermosa joven no hizo más que negar con la cabeza a las palabras de su madre.

—Así que… ¿Lo ha hecho de nuevo?

Y todos los miembros asintieron. Una noche más cenarían sin la presencia del chico que se convertiría en su próximo líder.

-(-)-

No era de sorprender que aquel joven de oscura cabellera estuviera metido en un lio. Por supuesto, era la mancha en aquella tierra, era el que muchos deseaban ver bajo mil metros de tierra. Era “La traición” en vida. Dos poderosas razas que se odiaban a muerte corrían por las venas del ser que a muchos sólo les causaba repugnancia pero ¿Era él el motivo para que esas dos razas se unieron para exterminarlo como a sus padres?

No, ya no más. Cys Dinter no estaba dispuesto a darles la oportunidad de matar una vez más a sus padres. Aquella tarde escapo de los ojos de Anke diciendo que iría por algo que había esperado por semanas. Una forma más de escapar de todos ellos. No quería hacerlos sufrir más. No de nuevo. Suficiente fue por Wilhelm. Se aseguraría que nadie sufriera por su partida.
Había decidido ir donde su lugar preferido: el bosque. Un lugar silencioso, apartado de todo y todos. Un lugar tan solitario como él. Peligroso como él. Inclusive podrido como él.

Había llegado sólo a aquel bosque y ahora corría entre los miles de árboles y arbustos, evitando los ataques de un grupo de lobos y vampiros, todos seguidores de los Jaeger y Ritter.

—¡No escaparas, Basura!

Gritaba uno de los lycans.

—¡Venga ya hijo de Puta, será mejor que re rind…!

Y una bala atravesó el carneó de aquel vampiro que se atrevía a insultar a su desconocida madres. Mostraba los colmillos, sus ojos un intenso carmín y su corazón una herida que era fácil de abrir y provocar en el híbrido la peor de las iras.

—No a mi madre…

Y un arma oscura ya apuntaba al resto de los que le seguían. Un arma a la que había decidido Llamar Christa, como su madre. Un arma mágica, heredada de la mima Christa. Todos rieron de aquel crió, porque Cys tan sólo tenía 22 años de edad.

—¿Qué? ¿Pretendes vencernos a todos nosotros con tu juguetito? Déjalo, Repugnante basura y entrégate o morirás igual que ese par de sucios traidores…

Y de la oscuridad, los gruñidos de mil lobos amenazaban al chico, así como mil pares de ojos carmín.

Cys los miro a todos y con seriedad utilizo sus dos posesiones más presidas. No sólo aquella arma oscura lo acompañaba, también una tan blanca como la Luna. Aquella que perteneció al Lycan más temido y al que decidieron no perdonar su vida.

No  pasaron más de 10 segundos cuando ya se lanzaban contra aquel chico que vestía en completa oscuridad. Una guerra más o un intento más de exterminar aquello que manchaba los apellidos de las dos razas más poderosas de toda Alemania. Los Jaeger, poderosos licántropos legendarios y los Ritter, los más antiguos vampiros de la región.

Era apenas una ninfa. No tenía más de las dos décadas de su larga y longeva vida, era en teoría muy joven... y muy sola. Volaba, deteniéndose curiosa cada vez que miraba aquello que llamaban, humanos. Los humanos eran seres increíbles, tan complejos y llenos de emociones, podía olerlas, como un tutifruti amargo y ácido, pero aveces tan dulce que la hacían volver siempre a intentar balancear ese aroma tan fluctuante. Su naturaleza le exigía cuidar a aquellos seres que necesitaba de ella, era su proposito de vida, brindar lo que ella llamaba "luz" y lo que los humanos llamaban "Esperanza".

Frejya había nacido con un don maravilloso. Su nacimiento indicaba el inicio de una nueva era para los seres de la luz, marcaba el comienzo de la derrota de la obscuridad y el amanecer de tiempos de paz, era como un oráculo que guiaba los caminos de las fuerzas del bien y del mal. Cuando ella nació todos celebraron ese día, una feerica tan poderosa como la niña de ojos de oasis debía ser cuidada, y así lo fue. Frejya con sus hermosos ojos azul agua brindaba luz a cualquiera que se acercara, era magia pura en todas sus formas.

Sin embargo así como era de poderosa, también era frágil... inestable. Una gota de obscuridad podría matarla, la obscuridad en el mundo recibía el nombre de "Tristeza" una tristeza profunda que daba paso al miedo, que a su vez daba paso al odio y a la venganza. Porque una sola gota podría desencadenarse la obscuridad en Frejya y solo eso podría cambiar el destino del mundo, la nueva era moriría y la esperanza de paz lo haría con ella.

Porque el don también era una maldición, una dualidad que la joven feerica cargaba sobre sus hombros gustosa y entera. No tenía miedo, no tenía obscuridad en su ser completo.

Y era por eso mismo que estaba allí.

Sus ojos azules miraban con atención la escena, oculta entre los arboles, camuflajeada por la maleza y su caperuza larga verde olivo, intentaba encontrarle sentido a la situación, sus orbes buscaban entre los vampiros, hombres lobos y otros seres obscuros, a la criatura que necesitaba su ayuda. Ella no sabía como ni porque tendía a ir a buscar personas. Solo seguía su instinto, como si fuera guiada por una brújula interior que la llevaba exactamente al camino donde debía andar, simplemente pasaba, ella estaba haciendo algo y de pronto lo dejaba todo para caminar entre el bosque y encontrar a quien fuera. Eso había pasado esa noche, algo más fuerte que cualquier otra cosa la llamaba, había dejado las medicinas que hacia y había "huido" literalmente de su casa para encontrarse con una orda de seres obscuros. Sus labios se entreabrieron, rosados y ligeramente pálidos al ver el disparo en el cráneo de un vampiro. Dio un brinco y paso hacia atrás, aferrándose al enorme árbol como si fuese su escudo, ¿quien era él? La luna apenas y dejaba ver su rostro... apretó sus manos a su pecho con fuerza.

Lo había encontrado.

Una batalla repleta de odio, venganza y poco sentido comenzaba. Cys era ágil pero pese a eso no era un hombre perfecto, en lo absoluto. Era tan defectuoso como aquellos que le rodeaban e intentaban matarle. Estaba muy consciente de ellos y lo era aun más cuando era golpeado, casi apuñalado y lanzado por lo aires.

Si, era una escena terrible, miles contra uno sólo, uno que tenía la fuerza de millones, qué tenía un poder tan inmenso que era mal utilizado ¿Qué pretendía Cys esparciendo los sesos de todo cuanto era tocado por sus armas? Proteger lo que más amaba. Aquellos que le tendieron la mano, aquellos a los que pretendía mantener lo más lejos posible de él para que no le extrañaran cuando él desapareciera.

-Die , Schmutzig Blut [Muere, sangre sucia]

Gritaron mientras que dos lycans se lanzaban contra él, atacando justo su pecho mientras que un vampiro pretendía morder su cuello. ¡Rápido! Lo hizo, pensó y apenas logro escapar de aquel extraño pero potente ataque.

-¡Agh!- Cys estaba herido, pero no eran nada. Derramaba sangre, llamando aun más la atención de aquellos que eran su familia. Mostro sus colmillos y dio por terminado todo lo que los rodeaba. Odiaba hacerlo, utilizar lo que utilizaron para matar a sus padres, pero tenía que mantenerse con vida, sus abuelos aun estaban vivos. Él aun lo estaba.

En un abrir y cerrar de ojos, algunos cuantos fueron golpeados por un enorme tronco, mientras que otros seguían siendo masacrados por aquellas balas alimentadas por su sangre. Algo complicado pero no imposible de explicar. La velocidad del híbrido aumento y encontró a todo cuanto se mantenía en las sobras de la noche. No quedaría ninguno vivo. Sin saberlo, se acercaba a aquello que le daría un giro tremendo a su vida.

Tenía una mano en la boca, sus ojos agua miraban todo con horror, ¿porque le hacían tanto daño? Negó al sentir su corazón agitado, quería hacer algo pero no podía meterse ¿oh si?-Basta...-Hipó y entonces los troncos se movían, una fuerza que no provenía de ella mataba a aquellos vampiros y lobos.

-...-Dio un pasó hacia atrás, rompiendo con su delicado pie una ramita de árbol, sintió en medio de la noche como los ojos se giraban a ella, la silueta de Frejya oculta por la tela de la capucha, parecían más bien como una sombra sin rostro, pues su hermosa cara feerica yacía entre las sombras de su cabello y la tela, nadie podría saber que Frejya era buena, justo en ese momento, podría pasar como un enemigo.-Por Nerthus...-Dijo cuando el arbol en el que estaba oculta voló por los cielos, estaba expuesta, tenía que huir, ¡Ya! Y así lo hizo, sus pies corrieron lo más deprisa que podían, tal vez su brujula no la había guiado como se debía.

Y lo miro. Uno pretendía escapar de sus garras, pero no tendría suerte ¡Ninguno! Todos iban a morir en memoria de sus padres, de Dimitri, Wilhelm y todos aquellos que murieron en sus manos o en manos de aquellos a los que por sangre debía llamar familia.

Dejo por un momento a todos los que pretendían ir a por él. Quería a ese cobarde, ese estúpido ser que corría con torpeza. Gruño y son más se lanzó contra lo que no espero ¿Un cuerpo pequeño y delicado? Lo supo en el momento en el que le atrapo. Una caperuza verde ¡¿Qué carajos?! Abrazo aquel cuerpo que por mucho que estuviera bajo esa tela era delicado. Rodo en el suelo con aquel ser, hasta que logro ver lo que había bajo ese manto. Estaba sobre... ¡¿Ella?! Se le quedo viendo unos segundos ¿Pretendía matar a esa... chica? Vaya sorpresa. Tenía la mirada repleta de odio, era intensa y asesina, vamos, de saber que ea una chica, quizá no hubiera intentado atacarla pero...¿Qué carajos hacía en un lugar tan peligroso?

Cys cerro los ojos y desvió la mirada antes de que sus ojos la miraran de nuevo. Ella estaba asustada y como no, se trataba de él, un verdadero monstruo.

-No temas...-Dijo agitado.- No te are daño...

Había pegado un gritito, uno muy suave en realidad al sentir como se lanzaba contra ella, había logrado avanzar un buen tramo pero él era muy rápido, no debía confiarse, ¡que torpe!-ah!-Intentó hacerse hacia atrás mientras él la tenía acorralada, su caperuza se había caido, sus cabellos rubios se había atravezado un poco en su rostros. Frejya temblaba, sus labios rosas estaba entreabiertos y sin saber que decir, ¡que decir de sus ojos! sus pupilas estaban dilatadas, mirandolo tan fijamente como no había mirado a nadie.

-No estoy asustada...-Intentó fruncir su ceño pero no lo logro, ni tampoco hablar sin que le temblara la voz.-No me das mie... miedo... -Su rostro giró ligeramente hacia un costado, mirando como las otras criaturas se acercaban.-

Vio cada detalle. Él hermosos color de sus ojos. Claros como el agua. Un cabello tan brillante como el mismísimo sol y su rostro... no, era imposible que una mujer tuviese facciones tan hermosas como las de ella. Esa preciosa y atrevida ninfa.

Él híbrido apenas curvo la comisura de sus labios al escucharla, pero miles de los suyos se acercaban. Maldijo por lo bajo y luego la miro a los ojos una vez más.- Veremos si dices lo mismo ahora....-Expreso sin mucho deseo. Inclino un poco la cabeza y gruño. La transformación aun era dolorosa porque prefería no hacerlo y su cuerpo no estaba acostumbrado a la materialización. Hacerlo a voluntad era una tortura aún. No tardo más de un minuto cuando un hermoso lobo estaba sobre la hermosa ninfa. Si, un animal enorme que se caracterizaba por tres cosas. Cosas que lo hacía totalmente diferente de cualquier hombre lobo o lycan:
1.- Sus ojos eran tan dorados como el oro.
2.- Su pelase se dividía en dos. La parte frontal y superior o bien lomo eran de un pelaje totalmente oscuro. Su parte trasera e interior de un hermoso blanco.
3.- En sus patas delanteras un par de esposas le protegían del mal que intentaba consumirlo. Brindadas por su mejor amiga y Diosa, Letizia Copobianco.

Se giro y comenzó a protegerla, alejando a todo cuando lobo y vampiro pretendía atacarlo a él o a ella. No, no permitiría que otro inocente muriera por su culpa.

Detuvo su respiración al verlo, se sentía tan indefensa justo en ese momento. Sin embargo se quedó muda al ver su transformación, era el lobo más hermoso que hubiese visto en sus dos decadas de ninfa. Si, porque era una ninfa apenas, era joven e inexperta pero ese ser magico era tan bonito.

Sus orejitas se movieron al escuchar los gruñidos y se levanto al instante en que él se alejó de ella. Frejya se refugio de nuevo en otro enorme arbol pero entonces un vampiro ya la atacaba. Dio un paso atrás y otro y otro hasta chocar contra otro arbol, la rubia se agachó para evitar recibir un arañazo y luego, cayó al suelo, alejando sus colmillos de su cuello. Ella no peleaba, era un ser de paz, solo tenía con ella una cuchilla con inscripciones ancestrales y no iba a usarla en ese momento.-No te lastimes...-Miró al lobo blanco y negro y le suplico con los ojos que no matará a ese vampiro, pese a todo, ella no quería ser la causante de una muerte tan terrible.

Su mordida desapareció a muchos de sus oponentes, sus garras destrozaron el cuerpo y rostro de otros cuantos. No iba a detenerse. No se irían hasta que los primero rayos del sol se asomaran o bien, hasta que no quedaran unos cuantos. Gruño, se enfrento, mordió y recibió mordidas, rasguño y recibió rasguños, pero vencía a la mayoría. Ella se movía. Se giro y lo miro. Mostró aun más sus colmillos y no dudo ni un segundo en ir tras aquel chupa sangre.

Una mordida, era lo único que necesitaba para exterminarlo pero ella suplicaba algo ¿Qué no lo matara? Pobrecilla. *Esto no lo hago por ti* dijo mientras la miraba en ese suplicar y sin consideración, alejo aquel vampiro de la hermosa rubia y lo lanzó contra todos aquellos. No, él no estaba peleando contra toda esa jauría por ella, lo hacía por su venganza... sólo por eso. Sin embargo, no lo hizo, apenas si lo hizo un daño terrible, pero aun respiraba el hijo de puta. Se planto frente a ella una vez más y dejo fluir un hermoso aullido. Uno con el que creó ondas sonoras tan intensas que los lobos chillaron por la sensibilidad de sus oídos y los vampiros se irritaron por el llanto de los licantropos. Entonces aprovecho, no podía exponerla más, no a algo tan terrible para un ser tan puro. La tomo de su capucha y la levanto. La invito a subir a su lomo y no era una opción, se irían y encontrarían un escondite y esperarían a que el sol se asomara... ellos dejarían la lucha por la paz.

La tomó de la caperuza y solo eso fue suficiente para levantarla, ella era muy ligera, así que antes de pensarselo mucho, ya estaba en el lomo de ese hermoso animal. Sus manos lo abrazaron para no correr, ocultando su rostro un poco entre su pelaje, encogiendo sus hombros, la caperuza y la capa volaba con el viento, su cabello oculto entre su espalda se había lanzado hacia los aires, esparciendo su sedosa y larga melena dorada. Frejya apretó los ojos con algo de miedo, sus labios temblaban solo ligeramente. Todo había sido horrible, ese lobo los había eliminado en un solo suspiro... tanta muerte. Sus ojos se cristalizaron ligeramente pero no lloró, él le había salvado la vida, pero aun así, ese lobo estaba manchado de sangre. Que pena, sentía tanta pena a su alrededor.

-...-La feerica estaría bien a su lado? El se decía a sí mismo monstruo pero, ¿era un monstruo? "Hasta la criatura que haya cometido el acto más ruin, tiene derecho a conocer la luz" pensó para sí, dejandose llevar por el enorme lobo blanco y negro.

El gran animal corría a toda velocidad en busca de un lugar donde resguardarse junto a la hermosa ninfa. Las heridas de Cys se cerraban de a poco, claro, necesitaba de algo que cualquier ser de la noche necesitaba para que su regeneración fuera instantánea pero él se negaba a ello. Si, no merecía eso.

Avanzó entre los árboles, esquivando uno y otro y otro árbol, arbustos y cualquier cosa que se le interpusiera. Así continuo hasta que llegaron donde un enorme y precioso árbol. Uno que seguramente tenía milenios de vida y que se hacía respetar ante cualquier otro ser natural en ese inmenso bosque. Lo conocía, porque disfrutaba de la soledad que ese enorme tronco le brindaba. Se abrió paso, pues entre el gran tronco ya hacía un agujero, algo así como una casita en él tronco. Una casualidad, pero era valiosa para él. Le servía de escondite muchas veces.

Se dentro y entonces se acomodo de tal manera que su cuerpo protegía el de la bonita rubia. *Guarda silenció e intenta calmarte. Ellos no nos encontraran aquí* Le dijo mientras la cubría con su cuerpo entero, utilizando sus poderes, intentando ocultar no sólo su presencia, también la de ella.

Respiraba algo agitada, con los labios apretados y sus manos aferradas a su pecho. El hada no se movía, estaba quietesita a excepción claro de su respiración pero fuera de eso, intentaba mantener la calma.

Sus orejitas ligeramente puntiagudas se movían intentando escuchar que era lo que pasaba allá afuera, sus ojos grandes parpadeaban constantemente, mirando de aquí para allá, como si estuviera buscando una salida para los dos en caso de ser atacados. Su cabeza asintió a sus palabras y exhaló delicadamente el aliento, inhalando con suavidad, una y otra vez, no debía asustarse, no debía temer, estaban a salvo, estaban a salvo, eso era en lo que debía concentrarse.-M-Me llamo Frejya.-Susurró muy despacio, intentando que solo él la escuchara, no se había presentado. -¿Y... t-tu?

Cys sólo esperaba que su cuerpo se regenerara para poder regresar a su forma humana, pues de hacerlo con las heridas serían aun más complicado sanar. Estaba atento a la chica. Su corazón estaba acelerado. Estaba asustada ¿Qué podía hacer para tranquilizarle? ¿Por qué quería hacer algo para tranquilizarla?

Cerro los ojos sólo unos segundos e inhalo profundamente, pretendía percibir algo, a los enemigos pero.. no hizo más que percibir algo que fue más que agradable para su sentido. De apoco su cuerpo cambiaba, se convertía en ese chico apuesto y solitario. Ella se encontraba entre sus piernas y entre sus brazos.

-Cys... mi nombre es Cys...- Le susurro en respuesta, sin más. De todos modos, no la vería de nuevo.

Sus ojos se abrieron ligeramente, mientras volvía a su forma humana. Sus mejillas se sonrojaron, se encogió de hombros al verlo y sentirlo tan cerca, las pupilas de la ninfa se prendieron en las orbes negras de ese lobo bicolor. -Mucho gusto Cys...-Habló con suaviadad, aun intimidada por su cercanía, las mejillas del hada estaban sonrojadas. Desvió la mirada un breve instante y luego se volvió a él.-¿Y-Ya se fueron?-Preguntó igual, en el mismo susurró.

Cys miraba fijamente la entrada de aquella extraña "cueva" en el enorme árbol. No es que no le interesara ella, sólo pretendía asegurarse de que ella estaría segura, de que al salir, nada le pasaría, porque no, no estaba dispuesto a dejar morir a alguien más y no a una chica tan hermosa como ella.-....- Tan sólo asintió con la cabeza ¿Conocerle era un gusto? Imposible. Ella no sabía lo que decía. -Creo que...-La abrazó más a él, protegiéndola, mostrando sus colmillos a quien ya aparecía en la entrada.

-¿¡Cys!?- La voz de otro macho rezonaba en las paredes del tronco.

-¡Cys!- La voz de una hermosa joven la acompaño, a lo que Cys no hizo más que suspirar y maldecir por lo bajo. Anke y Raynard salieron a buscarle y ya encontraban su lugar secreto.

-Estas a salvo, Frejya....- Le dijo mientras le soltaba y le apartaba un poco para mirarla una vez más a los ojos. Vaya, ahora podía mirarla con más detalle, sin aquel frenesí. Sin aquel deseo terrible de venganza. Ella era aun más hermosa de lo que recordaba. Abrió la boca pero termino por cerrarla y mirar a su prima.

-¡Oh por Dios! Raynard, Cys tiene novia!- Grito ella emocionada, creyendo que por esa razón el azabache salía casi todas las noches.

-Que pa...-Se sobresaltó, ocultó su rostro en el pecho de Cys y luego... ¿quienes eran? La chica levantó la mirada curiosa, no sentía más que alegría de esa voces, era como... magia, algo diferente, había luz-Sus ojos se iluminaron un poco y sonrieron.-¿Es tu familia?-Preguntó para evitar que su cuerpo se estremeciera un poco, nadie le llamaba Frejya tan directamente, con una voz tan intimidante.-Gracias...-Susurró, dejando caer la capucha de nuevo, estaba parada, aun no amanecía, faltaba realmente muy poco. Se inclinó un poco y negó, parpadeando mientras los miraba, sonrojandose por completo.

-N-No... es... soy Frejya...-Se levantó con calma y dio un paso, estirando la mano para tomar el brazo de Cys y detenerlo para agradecer correctamente. Pero no pudo pisar bien, cerró un ojo y ahogó un gemido, se había lastimado el tobillo. COgeo.-Oh...-Mordió su labio ligeramente, dolía mucho.-Que torpe...

Cys gruño al escuchar el comentario de Anke ¿Qué mierdas se creía? Bufó y lo ignoro por completo. Asintió, respondiendo a la pregunta de la rubia. Si, era su familia, su adorada familia, porque pese a su enojo, él no podía mirarlos con odio, como lo hacía con los otros.

-No Anke, ella no es...

-Panplinas, calla idiota.- Dijo la hermosa joven mientras se acercaba. Cys ya se había puesto de pie y pretendía acercarse a sus primos o al menos a Anke que entro a por el y Frejya pero pudo sentir como le sujetaba. Se giro y en un movimiento rápido la sujeto con firmeza.

-¿Estas...- Maldijo por lo bajo una vez más y antes de que Anke llegara junto a ellos, Cys ya la tenía sobre sus brazos, claro, como a una bonita princesa.

-¿Qué le ha pasado? ¡Oh por Dios!.- Anke se acerco y la tomo de las mejillas.- Eres hermosa.

-Se ha lastimado el tobillo.

-¿Qué le has hecho Cys?

-¡Anke, dense prisa, nuestra madre esta muy preocupada por ese idiota!

Y Cys giro los ojos.

-¡YA vamos Ray! Disculpalo, es demasiado correcto. No te preocupes, nuestra madre podrá ayudarla. Estas a salvo con nosotros Frejya. Soy Anke y ahora mismo conocerás a Raynard.

Y Anke, la hermosa joven ya avanzaba a la salida. Si, era momento de regresar a casa. Cys la miro de reojo un en sus brazos.

-Lea es muy buena, podrás irte apenas cure tu tobillo.- Dijo intentando no mirarle mucho. No quería... acostumbrarse a ella y no entendía el porque.

Se sonrojó de nuevo al tenerlo tan cerca y más cuando Anke la miraba así, ¡que pena! sonrió, le gustaba ver a los seres tan felices, tan llenos de luz. Sentía vida, la luz del sol ya salía fantastico! un hada, una luz como ella, necesitaba del sol más que cualquier otra cosa. Frejya continuaba cubierta con la tela de la caperuza, se miraba más su cabello pero no su cuerpo ni hasta que punto ella podía mostrar tanta luz.-Tu también...-Frejya le miraba, sus ojos agua veían algunas heridas, dudaba en tocarlas o no.-... Estas herido Cys...-Su mano tocó su mejilla, apenas sus yemas rozando su piel lastimada.-Dejame curarte.-Sonrió y entonces salieron a la luz. Y lo que sucedio era más que hermoso.

Frejya era una luz en medio de la osbcuridad, pero en el día, era la luz misma. Sus cabellos emitían un reflejo dorado por los rayos, sus ojos se veían más azules y sus labios sonrosados, más sonrientes. La piel de Frejya era blanca como la nieve, con areas sonrosadas como sus pomulos y la punta de su nariz helada.

-No es necesario que m-me lleves así...-Tragó lentó.-puedo... caminar sola.-Apretó los labios, no quería que se malentendiera.

Cys avanzaba como lo que eres, un futuro líder. Un futuro hombre de gran fuerza e inteligencia, uno que dominaría tierras y guiaría a miles, aunque lo único que él miraba eran sombras porque sabía que no tenía un verdadero futuro.

Escuchaba a la linda ninfa hablar e intentaba no mirarla. Si, tenía heridas terribles bajo la ropa pero que podía soportar. Al llegar a casa haría todo lo necesario.-....- Cerro un momento sus ojos. Su nombre ¿Por qué lo decía de esa forma?.- Lo se... yo...-Abrió los ojos de más cuando ella acaricio su mejilla y hasta ese momento, justo cuando salieron al sol, la miro. Luz... era demasiado para un ser tan oscuro como él. Sintió que el corazón se le exaltaba a lo que desvió la mirada.-.... Ya veremos en casa....- Fue su única respuesta y avanzó mirando a su primo. Raynar, un moreno de altura y cuerpo bien formado. Si, un grandisimo deportista.

No necesitaron palabras, vanazanron, la casa estaba retirada y era mejor transformarse a lo que Anke y Raynard ya lo hacían y se adelantaban, dejandoles de nuevos solos.

-No podrás andar y nos espera un muy largo camino. Iras sobre mi...-Y entonces la bajo con cuidado para transformarse en aquel hermoso can, para inclinarse, la llevaría sobre su lomo.

Freyja se apoyó con cuidado del hombro de él, cogeando. Mientras se transformaba intentó apoyarse en ese piecesito lastimado, se quejó pero luego lo miró. Dudó un poco en ir con él o no... ¿no estaría metiendose en la cueva del lobo?-...-Sus ojos se perdieron en sus colores, no se dio cuenta cuando su mano empezó a acariciar su hocico, sus orejas, su pelaje, lo miraba con una fascinación y respeto discreta. Ella amaba la vida y amaba a los seres que vivían. Negó para sus adentros, debía concentrarse.-P-Perdón...-Dijo quitando la mano de él rapidamente para empezar a subirse con cuidado.-Estoy lista...

Esa chica lo estaba confundiendo ¿Por qué no se asustaba? Debería huir de él y no acariciarle de esa forma tan agradable. Gruño un poco y ella ya subía sobre su lomo. Era una chica extraña. Ya estaba lista, avanzó, no corrió como antes, ahora lo hacía con calma. *No tienes que disculparte* No valía, no era necesario con un ser como él.

Miraba al frente pero en ese momento pensaba en la forma en la que se acercaría a la casa Jaeger y Ritter. Iba a exterminarlos y lo haría de tal manera que todos sabrían que fue el hijo de sus propios hijos quien les venció... si, quería matarlos.

-V-Vale...-Dijo algo timida porque su voz era... no sabía explicarlo.-Son tus hermanos?-Frejya gustaba del silencio, pero por alguna extraña razón, su corazón y su cuerpo le exigían hablar, como si no quisiera que él siguiera pensando. Era muy serio, parecía que se culpaba por algo y a pesar de eso... ese lobo era muy noble, lo sentía. Creía en ello.

*No* dijo en seco después de esa pregunta pero debía aceptar que los miraba como tales. Eran más pequeños que él y no lo parecía. Raynard era muy maduro, incluso Claus. Anke era hermosa y una mujer de gran fuerza y de temer. Günter podía ser la excepción pero bueno, era menor a fin de cuentas y Alaric, su mejor amigo. *Son mis primos, vivo con ellos, por ahora.* No pretendía quedarse para siempre con ellos... no. *¿Tu vives sola? ¿Qué es lo que eres? es la primera vez que... veo a una chica como tú* También era curioso, le gustaba saber de todo y cuando algo le causaba curiosidad, buscaba hasta entenderlo.

-Oh no.-Negó.-vivo con Markus...-Sonrió, Markus, su hermoso caballo blanco con negro.-Es parecido a ti.. b-bueno es decir no del todo, solo... me recuerdas a él.-Apretó los labios, estaba nerviosa.-mmm ¿Importa... importa realmente lo que soy?-Preguntó, nunca nadie le había preguntado eso. Ella no solía decir que era un hada, un oráculo. Su edad la hacia ninfa pero ella viviría por mucho tiempo, por lo menos eso le habían dicho sus ancestros. Ella no había conocido a sus padres... a decir verdad, estaba en busca de ellos.-No hay muchas chicas como yo.-Y eso lo dijo no por vanidad, lo dijo con humildad y también con un ligero tono de tristeza que se perdió al instante, opacado por una ligera risa.-Tienes una familia muy bonita Cys.-¿significaba algo su nombre?

Oh, ella vivía con su.. ¿Pareja? Lo supuso, era muy guapa y sería un desperdicio que ella estuviera sola. Afortunado el hombre que.. ¡¿Ah?! No, él no debía pensar en esas cosas tan innecesarias. *A mí si, quiero saberlo.* Si, quería conocerla y no se estaba dando cuenta de ello. *Me consta pero, quiero saberlo... necesito saberlo* Ella hablaba de una familia bonita. Gruño molesto, su familia... *Ellos ignoran e, peligro de mantenerse a mi lado. Quiero protegerlos y lo are, me asegurare de dejarlos a salvo antes de partir*.