Adras y Adaira -soy tu amo-

-Tu te metiste al juego desde antes de que yo lo hiciera.-Le aclaró.-Tu amigo lo hizo sin tu consentimiento, al parecer.-Cruzó las piernas en un movimiento elegante, con el porte viril que tenía, aun vestido como estaba,-Primero necesito que te conozcas, que sepas que partes hay en ese cuerpo humano que tienes. -Negó.-No puedo explicarte nada más, necesitas entender tus emociones, si te gusta, si te disgusta. -Se levantó y se peinó el cabello hacia atrás.-Esto es más que un juego Adaira, en apariencia lo es, los hombre y mujeres entran con sus respectivas parejas en un juego de rol donde existe un amo quien lleva la delantera y un sumiso, que debe dejarse someter por el amo.-La miró.-El premio aparente: Dos millones de dolares.-Se encogió.- El premio real: La energía de los seres mágicos más poderosos del mundo.

Frunció el ceño cuando dijo eso primero ¡hablaba de él hombre que la cortejo! O algo parecido, un dragón que coincidió con su dolor, uno que la entendió hasta el punto de acompañarla en esos momentos de duda, miedo y confusión ¿cómo se atrevía él a decirlo de esa forma? Lo estaba ofendiendo y él (No recuerdo si le puse un nombre, solo se que era el Alfa y ya xD pero le pondremos Kevin xD) jamás la forzaría a esa clase de cosas, Adaria no se había metido al juego y de ser así, Kevin se lo hubiera dicho.

-Él no haría nada sin mi consentimiento, lo sé porque le conozco y...- Suspiro y negó con la cabeza.- Tú y yo no somos una pareja Adras ¿realmente funcionara? ¿Realmente podré ayudarte a ganar tu tan deseado premio?

Cerró los ojos y se apoyó en el respaldo del sofá. Pensó un poco en sus palabras. Conocer su cuerpo ¿qué le gustaba y que no? ¡Dioses! Ella no lo sabía, ¡no sabía nada!- Lo que hicimos...-Se cubrió el rostro con ambas manos.- Adras...- pensó que sería fácil pero no lo era ¡no lo era!- Está bien... Si, vi este cuerpo muchas veces, me gusta todo de el, la forma en la que... Bueno...-¿Desde cuando le costaba tanto decir las cosas? Nunca, se le caracterizaba por ser demasiado sincera u directa, una dragona ¿y ahora ese Dragón la intimidaba?.- Enséñame a... Ayúdame a ayudarte ¡Maldicion!- Se puso de pie y sus hermosos ojos amatistas brillaban intensos, dejándose ver aún más hermosos por el suave sonrojo en sus mejillas.-supongo que será... Más agradable su tú te controlas y... ¡sólo dime qué tengo que hacer y lo aré!- Listo, sobre lo que le gustaba o no era difícil admitirlo, era recordar y recordar era revivir... Su cuerpo se estremecía y lo sentía arder...era extrañamente agradable.- Una pregunta- Dijo de repente, recordando lo de su himen.- ¿es muy importante el Himen para una mujer? ¿Qué pasó exactamente con él? ¿Puedo recuperarlo?

Era paciente, a decir verdad era muy paciente, sus puntos fuertes eran el entrenamiento y la enseñanza, era sumamente fuerte en algunas cosas y más aun en su forma natural. Pero por alguna razón enseñarle a Adaira era diferente, no podía decir que le intrigaba más de esa hembra, su delicioso aroma a cereza cuando se corría o la manera en la que pensaba.

-No es importante.-Le dijo pues para él no lo era.-Se rompió y no puedes recuperarlo de nuevo.-Sonrió de lado.- Un amo siempre hace que sea agradable Adaira, la copula por si sola ya es agradable...-por lo menos la mayoría de las veces. Bien, al parecer a Adaira no le importaba en demacia el juego, estaba bien, no debía involucrarse más de lo que ya estaba, en todo caso él no estaría con Adaira como su sumisa principal, ¿porque entonces estaba enseñandole y cuidandola de esa manera? ¿Porque estaba preparandola como si fuese la única sumisa? Frunció el ceño, lo hacía por protegerla de aquel hombre, porque ella había metido sus narices en un lugar que no conocía y porque de alguna manera ya estaba involucrada... joder!

-Descansa.- Volvió a repetir.- Todos saben que eres mia, nadie intentará hacerte lo que yo mientras estes conmigo.-Le dijo acercandose a ella, estaba de pie, tan bonita y pequeña. Tan fragil.-Me disculpo por mi comportamiento, enloquesiste mis sentidos por un momento...-le acarició la barbilla.-No volverá a pasar.-Se quedó así por un instante y luego la soltó, ambos, sobretodo él necesitaba descansar.

Suspiro aliviada. Entonces lo de su himen ya podia quedar en el olvido por completo. Se le quedo viendo cuando le dijo todo eso del amo y la cúpula, de procuradla y lo agradable. Adras era un dragón muy extraño. Pero le agradaba a fin de cuentas.

Dejó que le tomará el mentón y frunció un poco el ceño de nuevo cuando él decía eso, no le gustaba que la proclamaran como a un objeto. Cerró sus ojos. Eso le hacía recordar las palabras del dragón que juró siempre amarla y protegerla y que solo la abandonó con sus dos hijos. Hizo una mueca de dolor pero en seguida la borro.

-Esta bien, descansare pero no lo digas de nuevo. Yo no soy un objeto Adras, solo estoy contigo para ayudarte, no para que los demás crean que soy tuya...- Dicho eso avanzó, iría a descansar a la habitación en la que estaba antes de encontrarse con él. Serían días largos, supuso porque él iba a entrenado lo que significaba que cupularian de nuevo. Lo que la ponía un tanto nerviosa.

La miró marcharse sin moverse de allí. Adaira era algo que no estaba planeado, ni siquiera lo tenía pensado y eso era algo... incomodo. Prefería antener en orden y perfecto control cada una de sus acciones y movimientos, había logrado entrenar poco a poco a una diosa y a encontrar información valiosa para la guerra que se aproximaba. Pero la dragona con olor a cereza no estaba en sus planes.

Adras suspiró mientras se volvía a su habitación, necesitaba descansar sus sentidos, marcharse era la mejor opción, estando cerca de su nueva sumisa lo haría cometer otro error, se estaba dejando llevar, sentía su temperatura corporal aumentarse, sus sentidos se afilaban.

-Beau-Habló por su celelar negro y plata, necesitaba a una de sus sumisas con él.-Te veo en 10 minutos, es momento de levantarte el castigo, mujer.-Escuchó un "Si señor" del otro lado de la vocina y caminó hasta tomar entre sus manos una alargada caja aterciopelada. Dentro estaba su latigo, cubierto de piel de la más fina calidad. Lo usaría esa noche.

Había entrado a la habitación y enseguida tomo asiento sobre el enorme colchon donde dormiría por un par de horas. Se quedo pensativa ¿Tendría que quedarse en ese lugar? ¿Cuanto tiempo? ¿No era eso un secuestro? Lejos de todos, de todo, encerrada entre cuatro paredes. No, esa idea no le estaba gustando en lo absoluto. Se puso de pie para ir con Adras y preguntarle y podría salir o hacer algo más porque que lo ayudara no significaba que lo dejaría mantenerla enjaulada, por eso había escapado de su mundo porque no quería estar encerrada.

Cuando salió de la habitación camino directo hasta la puerta de la del Dragón y toco la puerta. Espero unos segundos, lo escucho hablar pero no era como que tuviera que entenderlo, no iba entrometerse en cosas de él aunque ¡Él se había entrometido en las suyas!

-¿Adras?-Lo llamo y de nuevo toco la puerta con suavidad.