Adras y Adaira -soy tu amo-

Había recorrido todo el perímetro, sabía que estaban en un lugar seguro, además esa discoteca era de su propiedad, él podía usarla como le placiera y para el fin que más le conviniera. La música se escuchaba por todo el lugar, las ondas de vibración resonaba en las paredes, menos las del fondo, allí debajo de la tierra se extendía otra parte del antro que solo era una pantalla. Ese club/antro servía como guante de un lugar mucho más excitante, BDSM y Vouyerismo. Adras había logrado abrir un negocio de ese estilo, tenía muchas funcionalidades una de ellas -la principal- era conocer información que normalmente se filtraba por el bajo mundo, eso lo mantenía conectado, lo mantenía al tanto de las cosas que pasaban por debajo de sus narices. La otra finalidad y no por ello menos importante era apagar su instinto más vil y salvaje. Era un dragón, aveces era imposible sucubir a las normas humanas, el sexo lo liberaba, sexo fuerte y duro, la copula era una forma edificante de librar esa energía que tenía un dragón como él necesitaba canalizar su fuerza, su poder mismo y la unión sexual era la más antigua y la más eficiente forma de lograrlo.

Siendo AMO tenía el control de mucho de lo que él buscaba, además ultimamente se había filtrado información respecto a los juegos BDS, él sobretodo era uno de los invitados a participar en aquel campeonato que se llevaría a acabo por las personas más sádicas del mundo del BDSM en Europa y otras partes del mundo, era algo internacional cuyo objetivo aparente era obtener millones de euros como premio pero que por debajo del agua, hervía algo mucho más gordo.

-Lo lamento.-Dijo cuando abrió la puerta de una de las cientos de habitaciones subterraneas que había en aquel lugar. El cuarto estaba acondicionado con la última tecnología, tenía un baño privado con jacuzzi, tenía integrado también un espacio para masajes, una pequeña cosina y sala de estar así como la habitación principal en donde estaba una enorme cama redonda y algunos muebles en donde se guardaban objetos privados. Allí la había llevado, sabía que no era una buena idea pero ella se lo había buscado desafiando y haciendo que muchos de los amos que había en ese antro, se fijara en ella. Y por alguna razón, él, el guardián de la diosa Artemisa, el dios dragón, no podía permitir que Adaira, una dragona novata, estuviera en mano de cualquier otro que no fuera él.

Si estaba en un lugar seguro o no era lo de menos. Sabia defenderse, era una mujer madura que había tomado desiciones y hasta ese momento, alguien las había tomado por ella y la había llevado a una habitación extraña dentro de un extraño establecimiento. Estaba furiosa ¿quién se creía ese dragón para llevarla a un lugar como ese? ¿Quién se creía para apartarla de con quien había acompañado? ¿Por qué ese imbécil no iba en su búsqueda? Por supuesto, era sólo un idiota que no quiera otra cosa que llevarla a la cama ¿o se equivocaba?

Estaba sentada sobre la enorme cama circular, esperando a que alguien le dijera "Listo, ya puedes irte" como si tan solo hubiera sido un objeto más en esa habitación. Estar sola no era de su agrado y mucho menos pensar en ese par de hombres que querían hacer sobre ella cualquier cosa que se les ocurriera. Le dolía porque ya una vez le había utilizado y aunque no se arrepentía de aquello pues de eso había nacido sus dos pequeños, ella si había deseado tener una familia ¡como cualquier dragona con poco sentido común!

Sacudió la cabeza y se puso de pie, de nuevo recorrería lo que ya conocía. Miraba detenidamente cada uno de los objetos que conformaba aquella habitación ¡¿qué clase de juegos tenían los humanos?! Suspiro y se puso frente a un enorme y espejo. Se miro de pies a cabeza. Era una chica guapa, con grandes ojos y una hermosa figura. Se brazo y cerró los ojos. No le gustaba vestir poca ropa. Intento buscar en todas partes, había hecho de esa habitación un completo desastre pues quería algo que cubriera su desnudes pero no encontró mas que cuero, cuero y mas cuero. Ropa aún más pequeña y sensual que su ropa interior.

-Eres un maldito Adras. Me las vas a pagar.- Dijo mientras le daba la espalda al espejo. En su aburrimiento y desesperación había regresado todo a su lugar, dejando la habitación en perfecto orden sin encontrar algo que cubriera su cuerpo porque tampoco estaba acostumbrada a verse a ella misma en ropa interior, mucho menos desanuda. Era bastante reservada. Prefería su forma natural pero para vivir en ese mundo tenía que adaptarse y eso no era lindo.

Salió de aquella habitación y fue hasta la pequeña cocina, bebería un poco de agua, ya eran demasiadas horas sin una gota y aunque fuese una dragón rojo, la necesitaba para vivir. Llenaba un vaso de cristal cuando escucho que la puerta se abría. Dejo caer aquel vaso y se asusto un poco. Retrocedió antes de que los cristales le hicieran daño. Esas dos palabras la hicieron enojar.

-¿Lo lamentas?- Cuestionó y salió de la cocina para encontrarse con él. -¡Mentiroso!- le grito y no dudo ni un segundo en hecharse sobre de él para intentar golpearlo porque verlo le hacia arder, le hacia recordar la forma en la que termino llevándola a ese lugar, como le había puesto aquel extraño collar y ¡no dejaba que se lo quitara! Y como... Se sonrojaba de solo recordarlo ¡imperdonable! Nadie tocaba su cuerpo de ninguna manera sin su permiso.

Rió por dentro, lamentaba dejarla esperando tanto tiempo, no era una bestia sádica que disfrutara ver a las sumisas morir de hambre pero él había tenido otros motivos para dejarla allí solo con comida para tres días.

-Tranquila fiera.-Le sonrió de lado y no tardó demaciado en someterla, pegando su espalda contra su pecho y pasando sus manos por atrás. Con una de sus manos la apretó del abdomen y la otra sostenía las manos de la pelirroja,su cuerpo era delgado y bien formado.-Traje ropa y algunos utencilios de limpienza. Si vuelvas a intentar algo como esto, tendré que disciplinarte Adaira.-Le afirmó antes de soltarla y darse media vuelta, tomando las bolsas que había dejado en la entrada.- No era mi intención tenerte aquí. Lamento eso.-Se encogió de hombros.-Pero eres el blanco de muchas personas ahora niña y eso pone en peligro muchas cosas.-Una de ellas la credibilidad de él como amo así como su fachada de "ir en busca de poder"

-¡No me llames así!- le grito intentando escapar de su agarre pero era imposible. Se calmo, no tenía de otra en realidad y lo escucho. Le molestaba esa actitud. La confundía mucho. En un principió le había tratado bastante mal y ahora ¿Era amable? Si, después de tres días completamente encerrada venía. Arqueó una ceja y justo cuando la soló, se giro para estar de frente con él.

-Sólo inténtalo.- Lo reto, como de costumbre. levanto el mentón pero aun así fue en busca de las bolsas para buscar su ropa, no aguantaba más tiempo estando tan poco vestida.- No me llames niña y puedo cuidarme sola ¡Sola! ¿Qué te hace creer que te necesito? ¿Ah?- Cuestiono aun sin poder creer su disculpa pero... Él le confundía.

-¿Hoy me dejaras regresar a casa?

-No.

Adras ni siquiera la miró, cerró la puerta con seguro y avanzó a la cama, necesitaba descansar. Gruñó un poco al recordar a Branko con Letizia y la manera salamera con la que la calmaba, sin embargo había algo diferente en el lobo negro, algo que nadie más persibía, era como una capa diferente, una nueva esencia más poderosa de la que ya tenía con anterioridad.

-No podrás sobrevivir sola.-Le afirmó acostándose en la cama, cerrando los ojos y usando sus brazos como almohada.- Estas en un mundo al que aun no comprendes y te has metido en el lugar equivocado con personas equivocadas, has dicho tu nombre, te querían usar como sumisa ¿logras entender eso?-Habló con voz fria y directa, Adras era para ella el mejor amor, sobretodo si entrarían en el juego.-Descansa, come y vistete, esta noche saldremos, nos revisaran y aprobaran nuestra relación.-Abrió un ojo.-Coopera.

Escucho el gruñido del dragón. Estaba molesto ¿Quien lo entendía? Tomo de las bolsas uno jeans azules y una blusa oscura. Con eso era más que suficiente pero antes de vestirse se puso de pie y fue a la habitación con él cruzada de brazos.

-Suenas muy seguro de tus palabras dragoncito.- Se apoyo en la pared y lo miraba. Le confundía y seguía haciéndolo. Frunció el ceño y se acerco a él.- He logrado sobrevivir hasta ahora sin tu ayuda. Logre tener una vida "normal" al menos dentro de lo que cabe, conocí a un hombre que puede hacerme feliz.- En verdad creía en el alfa. Si, Adaira era algo torpe en ese del amor y en otras muchas cosas. Atraía a los chicos inútiles, como el padre de sus hijos y el alfa.- ¡Tu me apartaste de él! Y no satisfecho con eso ¡¿Pretendes que finja que soy tuya? No soy esa clase de mujer Adras. Yo no quiero entrar a ningún juego contigo ¡No se ni de qué diablos me hablas!... además tú...- Cerro la boca y desvió la mirada ¿Decirle que le confundía? Ni loca. No le daría ese gusto. Se dio media vuelta y salió de la habitación para vestirse y comer algo.

Abrió sus ojos de golpe y entonces cambio las posiciones, colocó a Adaira contra el colchón y la presionó contra este, sujetando sus manos por arriba de su cabeza y levantandole el mentón para que le mirara.

-Tu hombre perfecto es un maldito amo que adora quemar a sus sumisas con cera caliente incluso si no esta preparadas.-Sonrió de lado.-A menos que te encanté quemarte con cera sal de esta puerta y sométete a él.-La soltó, su voz era dura pero era él quien conocía de ese mundo y era él quien la estaba protegiendo y era él quien ponía las reglas.-No hagas cosas tontas en un mundo que es nuevo para ti.-Se levantó y la miró.-Eres una cachorrita en un cuerpo humano Adaira. El juego no es opcional, entraste en él desde el primero momento en que llegaste a este lugar dragona.

No espero que actuara de esa forma. Se asusto un tanto cuando la regreso a la habitación ¡Sobre la cama! Se sobresalto.

-¡A-Adras!- Le grito intentando liberarse de su agarre. No le gustaba eso, bueno, le desagradaba que Adras fuera más fuerte que ella.- ¡Basta, suéltame!.- Lo miro a los ojos cuando comenzó a hablar del chico que había hecho muchas cosas para conquistarla ¿Cómo se atrevía? Abrió la boca pero no pudo decir nada ¿En verdad hacía cosas como esas? Se estremeció de sólo imaginarlo. Cuando él se aparto, se quedo ahí recostada. No sabía que hacer ¿En qué se había metido exactamente? Toco el collar que Adras le había puesto y con ambas manos cubrió su rostro. Era cierto, no sabía nada del mundo humano, apenas había adoptado el cuerpo que ahora intentaba mantener a salvo.

No dijo nada. No sabía que decir, no sabía cómo enfrentar ese hecho y eso le molestaba, estaba a merced de ese enorme dragón.

-¿Y qué... qué se supone que tengo que hacer, Adras?

Le miró de reojo y luego miró el sofá. Estaba agotado pero ella era nueva en eso.-Primero comer y descansar.-Le dijo mirando la estufa y luego las bolsas que había llevado.-Tu cuerpo debe estar en perfecto estado.-El dragón caminó a las bolsas y tomó algunos vegetales, prepararía una comida ligera para el estomago de la dragona, él sabía mejor que nadie que acostumbrarse a un cuerpo humano no era fácil. Siendo un huevo se habia alimentado de la energía de la diosa lo cual le había ayudado a entender algunas cosas, pero en el caso de Adaira no había sido así.

-Toca el collar.-Dijo sin dejar de ver los vegetales que ya escurrían.-Aprieta el gancho y jala.-De esa manera el collar se quitaría.-Entre más desees quitarlo es más dificil. Usalo siempre que estemos frente a alguien más... es una forma de protección, nadie te hará daño si lo miran en ti, indica que eres mia-Y lo que era de él nadie, lo tocaba.

Se levanto de la cama y se movió. No hablo, fue en busca de la ropa para ahora si cubriría se cuerpo. Escucho atenta lo del collar y entonces se enojo ¿Por qué no se lo había dicho antes? Dijo lo que le había indicado y ¡Se sintió libre! Un dragón jamas debía ser encadenado ni mucho menos llevar un collar ¡Eran seres libres! pero al parecer ese idiota no lo entendía de ninguna manera. Se grio y lanzó el collar contra el suelo.

-No quiero...- Apretó los labios y desvió la mirada ¿Por qué? Sabía que si gritaba iba a dejarla libre ¿Verdad? Después de todo ¿Por qué él se preocuparía por una dragona que en verdad no tenía nada que ver con él?- Yo no soy ni seré tuya ¡Nunca!

Adras la miró de reojo esa mujer lo desesperaba, era tonta y caprichosa, necesitaba modales y el disfrutaría tanto enseñárselos.

El dragón continuó lavando los vegetales, ignorándola en todo momento, preparia Brocoli a la Italiana, llevaba vegetales y queso, lo cual era necesario para llenarla de proteínas. Cortó el brocoli y lo lavo para luego cocinarlo a fuego lento en agua, sus movimientos eran rápidos y precisos, caminaba de un lado a otro en la cocina, haciendola suya. Desgrano maiz y empezó a calentar aceite, lo iba a dorar.

-La comida estará lista en media hora.-Le avisó, ella podría dormir, darse otra ducha o volver a cambiarse si así lo quería.-La ropa de cama esta en la bolsa morada. La ropa que usaras en el juego en la bolsa rosa y blanco -Tenía la marca de Victoria Secret´s y allí encontraría arneses, tangas, sostenes, ropa interior negra con estoperoles y piel así como pantalones ajustados y corses, había 4 bolsas de ese tipo.-Revisalas, las dudas las responderé en la comida.-Avisó.

Quedo en completo shock cuando miro las ropas que él había preparado para ella ¡¿Estaba loco?! Frunció el ceño y arrojo la bolsa rosa con blanco lejos de ella y tomo la morada para ponerse de pie e ir a encerrarse a la habitación. No iba a ponerse esas cosas ¿Cadenas, tangas, cuero y de más? ¡No! Era desagradable ¿Cómo era posible que a alguien le gustara vestir aquello?

Se tiro sobre la cama y se lamento. Quería regresar a su hogar, quería que todo fuera como antes pero aun así, pese a todo eso, ese dragón entrometido seguía vagueando en su mente ¿Por qué no podía dejar de pensar en él? ¿Por qué los humanos utilizaban esas ropas? En su mundo, nada como eso existía o al menos, nunca lo había visto.

Había terminado de cocer el maiz, le había puesto especies y un poco de chile en polvo, revisó el brocoli y agregó las zanahorias y el queso sobre ellas. Bajo platos, acomodo vasos y luego empezó a servir. Adaira necesitaría dosis grandes de proteinas por lo cual se aseguró que el queso bañara su comida.

-La cena esta lista.-Avisó sirviendo agua fria en cada vaso. Adras era muy meticuloso en lo que hacia, esperó unos minutos y luego fue a por ella, la tomó de la cintura y la cargó como un costal de papas, sentadola en la silla frente a su plato.-La cena esta lista.-Volvió a hablar, sentándose él y empezando a comer.

Lo ignoro al primer llamado. No quería come, intentaba asimilar las cosas ¿Sería así siempre? Si no ¿Hasta cuando? ¿Quien era en verdad Adras? Recordo aquella vez que le conoció en el bosque. Le había agradado bastante, ella en verdad quería ser su amiga o algo cercana, pensó que se´ria alguien de quien aprendería mil y un cosas y... se estaba cumpliendo, aunque nunca imagino que esa clase de cosas.

No le respondió, se quedo en la cama vestida con la ropa de dormir. Suspiro y cuando él abrió la puerta tan de repente quiso salir corriendo, no lo lograría ni de broma. ¡No! Intento liberarse de su agarre pero en cuestión de segundos, hasta estaba en la mesa con él, con un delicioso platillo esperándole. Desvió la mirada, hizo puños sus manos y se quedo inmóvil uno segundos.

-Conmigo perderás ese juego que tanto te gusta... ¿Por qué no...-Abrió los ojos de golpe, algo en su interior no quería que él fuera con otra. Frunció el ceño y bajo la mirada a la comida. Las tipas le gruñían. Si, tenía hambre.

Adras levantó la mirada a ella y se recargó al respaldo de la silla.

-Si pierdo serás del amo que quiera tenerte.-El dragón empujo el plato más hacia ella.-No soy una bestia Adaira, pero no me provoques porque tendras lo peor de mi.-Se levantó, había terminado rapidamente.- Si no tienes ninguna duda, empezaremos con el entrenamiento en una hora.-Miró su reloj.- Usa la ropa que compre de las bolsas rosas y ponte la bata negra. Te espero en una hora en la sala.-Sonrió de lado, Adaira no sabía y tampoco estaba dispuesta, sería un trabajo dificil pero si ella no empezaba a cooperar él no tendría compación.

Abrió los ojos de golpe cuando le dijo eso primero ¿Ser de quien sea? ¡¿Por qué?! Era en contra de su voluntad. Lo vio partir de aquel lugar y después miro su platillo. Pensó unos minutos en si estaba dispuesta a caer en manos de un extraño. Se estremeció de sólo imaginarlo. Fue totalmente desagradable. Comenzó a comer lentamente. se llevo casi 30 minutos terminar ese platillo, o al menos casi terminarlo. Era su intensión quedarse ahí ¿Vestir esa ropa? ¡no!, quería que él olvidara eso y que hablara con ella sobre ese juego extraño ¿qué papel tenía exactamente? Él sólo quería dar ordenes y ella... ella se había prometido jamas dejar que otro dragón la guiara o le ordenara como el ultimo que la abandono con sus dos hijos... Se quedo ahí sentada.

Y a´si paso el resto de la hora, pensando y pensando en el por qué de todo lo que le sucedía en ese mundo humano.

Adras miraba la pecera que tenían en la sala, la miraba como si no hubiese otra cosa mas importante. El juego comenzaría pronto, en menos de un día tendrían el primer torneo y él debía estar presente desde el principio, captar las llamadas de atención y empezar a descubrir quien iba detrás del premio mayor, quien era el lider de aquel lugar. No sería fácil, la sumisa con la que había pedido entrar al juego ya no serviría, debía ser alguien con la misma resistencia que él. Los seres no humanos estaban jugando al todo por todo y no dudarían en matar a los más debiles. Adaira había caido como anillo al dedo para ser el reemplazo de la humana, el único problema radicaba en que esa dragona había llamado mucho la atención de los amos inhumanos y eso lo había cabreado.

Sabían que era una cachorra, que era nueva en ese cuerpo y a pesar de ello intentaban dañarla. Al principio lo había hecho por compasión pero luego se había enojado de verdad, él era un dios dragon, un dragón sagrado que solo Artemisa podía domar... ningun terrano, magico o no lo iba a desafiar tan descaradamente como lo habían hecho ellos.

Miró su reloj y caminó en dirección a la mujer, el aroma a cereza lo noqueo un instante, haciéndolo dudar si entrar o no.

-Voy a entrar Adaira.-Le avisó abriendo la puerta y mirandola sentada.-Te dí una hora.-El moreno tomó una bolsa y sacó unas bragas de encaje y un sostén a juego, ambos eran negros pero a pesar de ello el encaje dejaba ver mucha piel.-Solo lo repetiré una vez Adaira.-Sus ojos sin expresión se fijaron en ella.-Cooperas con esto y salvas tu vida.-Dejo las prendas en la cama.-Oh no cooperas y te desvisto ahora mismo.

Lo miro entrar y desvió la mirada. SI, sabía que le había dado una maldita hora pero... Escucho como tomo la bolsa y miro las prendas que dejaba sonbre la cama. Escucho esa clara amenaza y frunció aun más el ceño. Adaira se "encendía" con facilidad al enojarse, una clara característica de un dragón rojo como ella. Eran fuertes, muy calientes -En muchos sentidos- y con poca tolerancia a la presión, cosa que Adras parecía disfrutar.

Se puso de pie para tomar las prendas y mirarlas detenidamente. Se giro a verlo y le arrojo el conjunto a la cara.- ¿Por qué no mejor me pides que camine desnuda delante de ti?- Dijo con su ceño fruncido. Encantadora, en verdad lo era, cuando le tenías paciencia y le permitías conocerle antes de pedirle que se pusiera ropa interior que no cubría casi nada.- No voy a ponerme algo como eso y hazle como quieras, si voy a entrar a tu juego, lo are con ropa que cubra lo que sólo yo puedo ver en privado.

La ropa quedó suspendida a algunos centimetros de su rostro. Adras tomó las prendas con cuidado y las volvió a colocar en la cama, sus ojos se volvieron a Adaira igual de inexpresivos pero más frios que antes.

Rió por lo de "caminar desnuda"

-Porque ese es el tercer paso Adaira.-Contuvo las ganas de rugir y lanzar fuego como un verdadero dragón cabreado, pero él no era una bestia, no era impulsivo ni bruto como los demás, pero eso no significaba que tolerara las faltas.-Y tu aun no has podido pasar el primero.-Negó.-Voy a desvestirte y te pondré esta ropa.-Le avisó y entonces la levantó de donde estaba con magia, la acercó a él y tomó sus manos con fuerza, rompió la ropa que estaba usando y le colocó el sosten de encaje antes de que pudiera moverse más. La giró y la pegó a la pared, abrochó y le quito la parte inferir de su ropa, abrió las nuevas bragas, las metió y luego las subió.-Usar la bata ahora es opcional.

Adras soltó a Adaira tan rapido como si hubiese vestido a una niña.

-Puedo hacer esto todo el tiempo que quieras.-Le miró.-Es tu desicion.-Y entonces sonrió de lado, como pocas veces lo hacia.-Puede llegar a gustarte.

Se estremeció con ello. La forma en la que la miraba no era nada bonita, podía sentir como su presencia la doblegaba. Era un macho después de todo y ella... no podía hacer mucho ¿O si? ¡Debía hacerlo! aunque de verdad que quería negarse a la naturaleza de su raza. El macho por sobre todo.

Se alarmo cuando menciono lo del tercer paso. Retrocedió.- ¡Cómo te atrevas a tocarme!- Amenazó, como leona mostrando sus garras pero él utilizaba de nuevo su magia.- ¡No!- Grito y se quejo un poco cuando la tomo de las manos- ¡Adras!- Cerro los ojos cuando descubrió sus senos, se sonrojo porque era vergonzoso que le mirara desnuda.- ¡Ah!- Sintió la pared y después como descubría su zona más intima. No pudo decir nada más, hasta que termino por soltarla.

Estaba algo agitada, se abrazó a ella misma y giro lentamente para verlo ¿Gustarle? ¡¿Gustarle?! Hizo puños sus manos y en un impulso incontrolable se acerco a él y lo abofeteó. Ella no era una niña y... Abrió los ojos del golpe... ¡Lo había golpeado!

La bofetada no se lo esperaba, Adras movió su cara ligeramente y sintió al momento el ardor caliente que ella le había dejado. Estaba intentando ser paciente, él lo era pero también tenía un limite, uno que pocos cruzaban y cuando lo hacían debían atenerse a las consecuencias de sus actos.

-¿Te dí tiempo para vestirte y hacerme preguntas? contesta sí o no.-La miró impertérrito.-¿Te dije que nadie te tocaría mientras estuvieras conmigo? -Era como un general, exigía una respuesta inmediata y concisa.

Se abrazó a ella misma y bajo la mirada justo cuando comenzó a hacerle las preguntas. Cerro los ojos con un poco unos segundos y se encogió de hombros.

-Si...- Respondió retrocediendo un par de pasos de él. Se sintió presionada y algo culpable. No le gustaba ese sentimiento, no le gustaba que le gritaran ni tampoco herir a alguien que no debería herir ¡maldijo para sus adentros!

-¡Si!- Gritó levantando la mirada para buscar la de él.- ¡Es cierto! ¡Me lo prometiste! Pero... ¡yo no estoy acostumbrada a nada de esto!... ¿Crees que soy la clase de dragona que deja que cualquiera le vea de esta manera? - Se abrazo de nuevo y le dio la espalda.- Lo siento ¿si?

Caminó hacia ella mientras la miraba, olía a cereza por todas partes. Sacudió su cabeza sin que ella lo notara y luego la acorraló porla espalda, colocandole el collar que ella había aventado a la cama.

-Entonces comportate, puedes confiar en mi o no, no me importa en absoluto. Pero será más fácil si cooperas y pones de tu parte. En este juego existen reglas Adaira y tu me has golpeado, eso no se justidica ni tampoco se pasa por alto.

Se alarmo un poco cuando la acorralo y más cuando le puso de nuevo ese collar.- ¡A...- No pudo llamarlo cuando empezó a hablar. La estaba tratando como una verdadera niñita ¿Sólo debía agachar la cabeza? ¿Sólo debía decir que sí a todo lo que el dijera? Era humillante, era una dragona, era difícil. Inhalo y se giro para enfrentarlo.

-¿Y?... ¿Qué clase de consecuencia hay por haberte golpeado?.- No sabía si estaba bien hacerlo de esa manera, pero iba a intentarlo, Dios, iba a intentarlo.

-La consecuencia la decido yo.-Le dijo alejandose.-En el momento adecuado.-Tronó su cuello de un lado a otro y luego le dio la bata.-Vas a modelar para mi Adaira.-Miró por sobre su hombro a la mujer.-Tienes que acostumbrarte a tu cuerpo, la dominación no es una demostración de poder sin sentido, se busca el placer de quien esta siendo sometida pero jamás sentiras placer si no dejas de tener miedo.-Se volvió a la puerta saliendo de allí.-Sal cuando te sientas lista. La bata.-volvió a repetir.-es opcional.